Necesitamos mirar cómo andamos y hacerlo con diligencia, pues esta es la manera práctica de aprovechar bien el tiempo.
Al mirar diligentemente cómo nos estamos conduciendo, podemos ver si estamos siendo sabios o necios en nuestra forma de vivir.
Muchos han descubierto el propósito de Dios para sus vidas pero este no se cumple nunca por no mirar diligentemente cómo se están desempeñando frente a él.
Muchos también tienen metas, sin embargo no avanzan en el cumplimento de las mismas por no mirar diligentemente si están siendo efectivos en alcanzarlas.
Podéis conocer el propósito del Señor para tu vida, y podéis tener metas extraordinarias pero, si no prestas atención cuidadosamente a tu forma de actuar frente a estos, no se concretarán.
Toma tus metas, objetivos y planes, y mira con diligencia si lograste las cosas que te propusiste.
¿Has ahorrado lo que te propusiste para este año?
¿Has leído los libros que querías?
¿Has adelgazado los kilos que deseabas?
¿Has servido a Dios en lo que te comprometiste?
No te olvides de que por más que estas y otras cosas sean de Dios para tu vida no se concretarán mágicamente sino con su bendición y con tu acción.
Por favor aprovecha bien el tiempo, es decir, la vida que el Señor te regala cada día, porque la Palabra enseña que estos son malos. Es decir, se pasan y no vuelven.
Tené siempre presente que el bien más preciado es el tiempo, aún más que el dinero, porque con el tiempo podrás tener dinero, pero con todo el dinero no podéis comprar un solo minuto.
Aplica también este principio y mira con diligencia que no estés retrocediendo en cosas que habías logrado, para mantenerte firme en tus conquistas.
Por: Pastor Daniel González
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